viernes, 8 de junio de 2012

CONDE DUQUE OLIVARES

Inició una carrera eclesiástica estudiando en la Universidad de Salamanca. La muerte de sus dos hermanos mayores le convirtió en heredero y le hizo abandonar los estudios para acompañar a su padre, el conde de Olivares, en la corte de Felipe III.
Al heredar el mayorazgo se retiró a Sevilla para administrar sus dominios. Pero regresaría a la corte en 1615 como gentilhombre de cámara del príncipe; desde ese cargo se ganó la confianza del futuro rey y se alineó, bajo la protección de su tío Baltasar de Zúñiga, en la facción del duque de Uceda, opuesta a la del valido duque de Lerma.
Afianzó sus posiciones en el periodo de declive del poder de Lerma y posteriormente se deshizo de la tutela de Uceda; de manera que, cuando accedió al Trono Felipe IV en 1621, Olivares pasó a controlar la situación, acumulando múltiples cargos palaciegos y regulando el acceso a la persona del monarca.

En un primer momento se dedicó a eliminar de la corte a los miembros de las facciones de Lerma y Uceda, condenando con castigos ejemplares los abusos del reinado anterior, pero también situando en los puestos clave a sus propios parientes, amigos, clientes y «hechuras», al tiempo que acumulaba para su casa títulos, rentas y propiedades. Su poder personal quedó reforzado mediante el recurso a las juntas, con las cuales tendió a suplantar el mecanismo de gobierno tradicional de los Consejos.

Retrato ecuestre del Conde-Duque de Olivares

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